Visitamos ZOOCEO en Pirque para conocer de cerca cómo estas terapias ayudan a niños y jóvenes de la comunidad neurodivergente. Observamos una sesión de trabajo con caballos y conversamos con el equipo sobre sus beneficios sensoriales y emocionales.
Para conocer mejor el Trastorno del Espectro Autista (TEA), en Pirque visitamos el Centro de Rehabilitación e Inclusión Social ZOOCEO y asistimos a una clase de terapia con caballos junto a Eduardo Ceballos, terapeuta ocupacional, doctor Hc en Educación y director de los Centros ZOOCEO . Desde 2015, el lugar integra terapias asistidas con animales para apoyar a la comunidad neurodivergente para su inclusión efectiva a nivel sociocomunitario.
Ceballos explica que la base de este tipo de intervenciones es la biofilia, entendida como la tendencia natural del ser humano a vincularse con la naturaleza. Ese contacto genera cambios neuroquímicos favorables: baja del cortisol —hormona del estrés— y aumento de endorfinas y dopamina, que se traducen en mayor tranquilidad, motivación y disponibilidad emocional para abordar objetivos terapéuticos.

En el caso del TEA, estos efectos se vuelven especialmente relevantes. Una sesión de equinoterapia combina aire libre, estímulos sensoriales y contacto guiado con el caballo, lo que permite trabajar la autorregulación, uno de los desafíos más comunes en niños y jóvenes dentro del espectro.
“El caballo entrega estímulos vestibulares, propioceptivos y táctiles que ayudan a que los niños, niñas y adolescentes a desarrollar conductas más adaptativas y una mejor participación en su entorno” , señala Ceballos mientras la clase avanza en el picadero.
A diferencia del trabajo en sala, donde algunos niños llegan con experiencias previas negativas —como procedimientos médicos, ruido o encierro—, el espacio abierto y la interacción con un animal suelen reducir la ansiedad inicial. Según el equipo profesional, esto favorece una mejor disposición para realizar actividades que, desde el juego, apuntan a metas concretas como atención, coordinación, tolerancia a la Frustración, seguimiento de instrucciones y seguridad corporal.

ZOOCEO trabaja con un equipo multidisciplinario, compuesto por terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, psicólogos, kinesiólogos, neurólogas y trabajadores sociales. Desde esta mirada integral, cada niño o niña recibe un plan de trabajo que combina objetivos sensoriales, motores y ocupacionales para ser llevados luego a la casa, el colegio o la comunidad.
“La idea es que lo que se aprende arriba del caballo se traduzca en los distintos contextos de vida del niño” , enfatiza Ceballos.

Las terapias están dirigidas a una amplia población: desde bebes de seis meses hasta personas mayores. Las restricciones son mínimas y están asociadas principalmente a alergias severas o alteraciones a nivel músculo-esquelético, En el caso de los adultos mayores, el vínculo con animales cumple un rol emocional clave, especialmente en zonas rurales como Pirque, donde muchas personas crecieron rodeadas de naturaleza y trabajo de campo.

Ceballos entrega un mensaje claro para madres, padres y cuidadores que evalúan este tipo de apoyo:
“Siempre les digo que prueben. No buscamos que los niños se sientan evaluados. La idea es que estén jugando, pasándolo bien, mientras trabajamos objetivos terapéuticos que favorezcan su participación y bienestar” .








